Por qué nunca cojo el teléfono

Tus límites moldean el mundo en el que vives

Me gusta tener una buena relación con mis clientes. Conocerlos en persona, compartir intereses, construir relaciones a largo plazo. Con algunos he acabado saliendo un viernes por la noche, y no pasa nada. Al fin y al cabo, mi trabajo consiste en acompañarlos en la toma de decisiones tan importantes como la creación de una empresa. Si no confían en mí, ¿de qué les sirvo?

Por eso, entiendo que pueda resultar sorprendente decir que no suelo responder el teléfono. Tampoco respondo a la mayoría de whatsapps que recibo. Y, por supuesto, no mando audios. Todos mis clientes lo saben, la mayoría lo entiende y algunos lo aplican con sus propios clientes.

Hace tiempo que establecí unas líneas muy claras sobre cómo me comunico con los demás, sobre todo en lo profesional. Hoy me gustaría reflexionar contigo sobre algunos de estos hábitos. Y sobre cómo pueden mejorar la concentración, la eficiencia y la paz mental.

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La interrupción como modo de vida

Hay muchos casos en los que considero que la interrupción es muy necesaria. Una centralita de emergencias, por ejemplo. Un servicio de room service, un cerrajero, un conserje, son ejemplos de personas que sí han de estar al servicio permanente del teléfono. Pero todos los demás, no lo creo.

Desde hace unos años siento que el hecho de que cualquier persona pueda aparecer en mi móvil en cualquier momento es como si esa persona tuviera permiso para tumbar la puerta de una patada y presentarse en mi casa sin avisar. Pero mi móvil no es una centralita de emergencias. Si aceptara ser interrumpido a todas horas, no podría escuchar un disco, leer, cocinar ni, por supuesto, trabajar; porque sería incapaz de sentirme sosegado.

La interrupción constante puede ser un gran problema en las oficinas compartidas donde uno puede estar teniendo una videollamada, otro haciendo los presupuestos del año que viene y otro comiendo un açai bowl con un vídeo de youtube a todo trapo.

La interrupción nos permite solucionar tareas rápidas que requieren un minuto de nuestra atención pero a la larga tiene un precio elevado: coarta nuestra capacidad para concentrarnos en tareas y tomar decisiones importantes. La interrupción nos pone en estado de alerta constante y, a menos que conduzcas una ambulancia o un camión de bomberos, esto no es ni positivo ni necesario.

¿Qué puedes hacer para evitar las interrupciones y la dispersión?

A menudo, cuando afrontamos una tarea que requiere un mínimo esfuerzo mental, escapamos de manera voluntaria hacia esos lugares digitales donde la atención se dispersa. Para combatir esto, no queda más remedio que alejar la tecnología de nuestro espacio de pensamiento. Y tener en cuenta que las recompensas del trabajo bien hecho funcionan a un ritmo más lento que los likes de instagram. No queda otra que alejarnos del sistema de estímulos y recompensas rápidas.

Puedes enterrar el móvil en el jardín o comprar una de estas mazmorras, pero no creo que tengamos que volvernos tan locos. Cuando se enciende la pantalla, algo que a mí me funciona es preguntarme si la notificación era tan importante para interrumpir lo que estaba haciendo.

Pon tus propios límites

Una manera de moldear tu entorno es establecer tus “non-negotiable”. Desde el momento en que me hice freelance, decidí no trabajar por whatsapp con mis clientes. Si me hubiera dejado llevar, estaría pegado a whatsapp web durante 10 horas al día. Eso para mí fue un límite: o conseguía ser consultor sin depender de whatsapp y el teléfono, o me dedicaba a otra cosa.

Un departamento de ventas de cualquier empresa puede tener el mismo dilema. Es muy común escuchar que “los clientes prefieren comunicarse por whatsapp” o que “ya están acostumbrados”. Pero si pudieras bombardear por whatsapp a Jeff Bezos para comprar una batidora, Amazon no existiría. La viabilidad del modelo de negocio de una empresa depende de los límites que ponga, y tu vida también.

Muchas veces, cuando alguien me traslada un problema que puede esperar, el problema se resuelve solo a los pocos minutos, como por arte de magia. Puede que mi silencio haya obligado a esa persona a pensar, o puede que haya encontrado a otro que sí está dispuesto a interrumpir su día para resolverlo. Para solucionar este problema en cualquier organización, un truco es pensar en solitario y razonar en equipo.

Evito el teléfono para estar más cerca de mis clientes, y no al revés. El valor del trabajo de la gran mayoría de gremios actuales pasa por poder concentrarse y ofrecer un producto y servicio de calidad. Poder estar presentes y dedicarle toda la atención, tiempo y cariño necesarios a las personas.

¿Y qué pasa cuando eres tú quien envía el mensaje?

No todos los mensajes son iguales. He visto decenas de ideas increíbles morir arrastradas por la corriente en grupos de whatsapp. También propuestas y peticiones con contenido válido pero equivocadas en tiempo y formato. Por suerte, si tienes algo importante que decir, solo necesitas pararte dos minutos a pensar antes de apretar el botón.

Primero, piensa bien qué quieres comunicar y elige un canal adecuado para ello.

Luego, estructura tu mensaje. Ten claro qué quieres conseguir, pero sobre todo ponte en el lugar de la persona que va a recibirlo. Un audio caótico es muy cómodo para quien lo envía: en lugar de eso, pónselo fácil al receptor.

Por último, piensa en qué momento llega tu mensaje. Puede que para ti sea más cómodo cerrar la semana diciendo algo importante y quitarte ese peso de encima. Pero el peso de tu mensaje no desaparece, sino que ahora recae en el receptor, y quizá esa persona no tenga ganas de levantarlo un viernes por la tarde. Si no es urgente, déjalo reposar. Cuando llegue el momento, vuelve a leerlo con la mente fresca y pulsa el botón de enviar.

Puede que quieras pedir una ampliación de presupuesto, cerrar una reunión con alguien o simplemente compartir una buena idea con tu equipo. Todos estos mensajes implican el inicio de una cadena de decisiones que puede ser compleja y romperse con facilidad. Por eso, no puedes permitirte que el primer eslabón de la cadena sea frágil, ni vago, ni volátil.

Hay mucho ruido ahí fuera. Si quieres que tu mensaje sea recibido con cariño, solo dedícale a tu mensaje el tiempo y cariño que se merece.

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Si has llegado hasta aquí, gracias por leer.

Soy Eduardo Caballero, en 2020 fundé la consultora Better Than Yesterday con el objetivo de ayudar al máximo de gente posible a tener el control de su proyecto y hacerlo realidad.

Buena semana.