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Cambiemos la manera de buscar trabajo
La persona más inteligente no es quien tiene las mejores respuestas, sino quien lanza las mejores preguntas

El CV y la entrevista son el primer y el último filtro a la hora de conseguir un trabajo.
Pero estos dos procesos suelen estar contaminados por una tradición rígida, que impide que quienes envían CVs lleguen donde se proponen y que quienes entrevistan a candidatos elijan a la persona correcta.
Hoy comparto un par de ideas rápidas para encontrar trabajo y contratar personal de forma más eficiente y lógica. Empecemos por el CV.

Una persona es mucho más que su CV
El currículum es la forma en que el empleador conoce al candidato. El problema es que suele ser un documento deshumanizador, que reduce a una persona a porcentajes, a una foto de carnet o a una suma de experiencias laborales.
Además, el CV es un documento pasivo que no suele estar enfocado a resolver ningún problema concreto. De hecho, la mayoría de empresas suele considerarlo insuficiente y pide a sus candidatos que lo acompañen con una carta de motivación.
Pero un CV o una carta, de por sí, tampoco dan demasiadas pistas sobre algunos aspectos esenciales de un candidato: ¿cómo encaja en un equipo? ¿qué puede aportar a la empresa? ¿qué objetivos tiene?
Para solucionarlo, cualquier candidato debería darle la vuelta al currículum.
En primer lugar, debería ser capaz de presentarse de una forma más humana y de facilitar las vías para que se produzca un encuentro personal.
Pero, sobre todo, el candidato debería identificar los problemas que cree que puede resolver dentro de la empresa. Así, podrá convertir su solicitud de trabajo en una propuesta de trabajo. Aunque se equivoque en el diagnóstico, el empleador siempre agradecerá más una propuesta que una petición.
Por otro lado, quienes tenemos la responsabilidad de seleccionar personal debemos entender qué tipo de persona puede encajar mejor en el rol. Y debemos ser capaces de visualizar las posibilidades de crecimiento de esa persona dentro de un equipo que está dentro de una empresa.
Soft skills, extrañas barras de porcentaje, nombre del colegió donde se graduó… ¿para qué sirve todo esto?
Creo que a pocas empresas debería preocuparles si un candidato tiene o no el bachillerato. Importa más qué sabe hacer y cómo sabe aplicar ese conocimiento a su nuevo entorno de trabajo.
He contratado a candidatos disléxicos, con grandes problemas para expresarse por escrito, y han resultado ser profesionales muy competentes y también personas brillantes con un tipo de inteligencia muy distinto al mío. ¿Qué habría pasado si les hubiera exigido que escribieran una carta de motivación?

Dale la vuelta a la entrevista
La entrevista suele ser el último filtro a la hora de contratar a alguien. Aunque es el candidato quien suele ponerse nervioso, en realidad la gran responsabilidad es del empleador.
Quien ofrece el trabajo debe saber elegir a la persona adecuada, no a la persona más convincente.
Para ello, no basta con hacer las preguntas correctas. Hay que ir un poco más allá.
Un buen entrevistador deberá evaluar la capacidad crítica y la curiosidad de un empleado. La vía para conseguirlo es invertir los roles de la entrevista y dejar de pedir respuestas para empezar a pedir preguntas.
Veamos un caso práctico. Imaginemos el proceso de selección del manager de una cafetería. Podríamos preguntar:
Si un cliente te dijera que el café no le gusta, ¿qué preguntas le harías?
Si un barista te dijera que no está contento con su plan de carrera, ¿qué le preguntarías?
Si yo te dijera que vamos a servir cenas los fines de semana, ¿qué me preguntarías?
De esta manera, no solo evaluamos los conocimientos de esa persona en ámbitos muy concretos, también su capacidad para pensar de forma crítica y resolver problemas en equipo.
Como dicen los autores de Decisions over decimals, la persona más inteligente no suele ser la que tiene las mejores respuestas, sino la que hace las mejores preguntas.
Es fácil volver a nuestro yo infantil, ese que todo lo cuestiona. De hecho, solo debemos hacernos una sola pregunta, que vincula nuestra vida profesional y personal: ¿Cómo crecemos?
Esta pregunta subyace en cada proyecto, cada email, cada reunión, e incluso en el lugar que elegimos para trabajar y vivir. Rara vez se plantea de forma tan directa, pero la respuesta a esta pregunta es lo que da forma a nuestras carreras y a nuestras vidas. Crecemos en la medida en que nos cuestionamos.
Así pues, siempre que te plantees por dónde pasa tu futuro, hazte preguntas como:
¿Hacia dónde quiero crecer?
¿Cómo puedo llegar allí?
¿Puedo crecer mientras ayudo a crecer?

Gracias por leer.
Soy Eduardo Caballero y en 2020 fundé la consultora Better Than Yesterday con el objetivo de ayudar al máximo de gente posible a crecer y a hacer realidad sus proyectos.